El segundo capítulo de Guasón vuelve una y otra vez a los temas de la película original

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Guasón 2: Folie à Deux (Joker: Folie à Deux, Estados Unidos/2024). Dirección: Todd Phillips. Guión: Todd Phillips y Scott Silver. Fotografía: Lawrence Sher. Música: Hildur Gudnadóttir. Edición: Jeff Groth. Elenco: Joaquin Phoenix, Lady Gaga, Brendan Gleeson, Catherine Keener, Zazie Betts, Steve Coogan. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 138 minutos. Calificación: solo apta para mayores de 16 años. Nuestra opinión: buena.

Antes de ver Guasón 2 conviene hacer una revisión de la película original y tenerla muy fresca en la cabeza. No solo porque esta secuela se pone en marcha en el mismo lugar exacto en el que se cierra el film de 2019, sino porque en el fondo todo lo que se cuenta aquí surge de la deliberada intención de revisar, corregir, ajustar y reexaminar todo lo que se contaba en el primer capítulo.

Una manera de verla es preguntarnos si acaso Todd Phillips se propuso contar de nuevo la misma historia después de extraer todas las conclusiones posibles del primer intento, como ocurría en ¿Qué pasó ayer? Otra es asomarnos a Guasón 2 desde la perspectiva de una tipología clásica del relato cinematográfico: estamos aquí ante un violento drama carcelario y sobre todo ante una película de juicio.

¿Habrá querido Phillips, veladamente o no, poner bajo algún tipo de proceso todo lo que contó en 2019, aunque en este regreso no haya ninguna mención a Bruce Wayne o Batman? Por lo pronto, al director nunca le gustó que señalaran a Guasón (la película original) como catalizador de ciertas conductas ideológicas extremas justificadas por quienes levantan hoy en muchas democracias occidentales consignas de salidas rupturistas y antisistema frente a la crisis.

Lo quiera o no Phillips, cada una de estas miradas presenta distintos grados de legitimidad. Y Guasón 2 se revela en el fondo como una suma de todas ellas. Con una novedad: lo que aparecía en la primera película como una insinuación se revela aquí de manera rotunda y consciente. La mayoría de las escenas más potentes de un relato al que nunca le faltan ni energía ni convicción incluyen covers de canciones muy conocidas. Y aunque al director no le guste mucho este calificativo, Guasón 2 es un musical con todas las letras.

Un excéntrico romance

A través de esos cuadros, Arthur Fleck (otra vez Joaquin Phoenix) empieza a construir su historia de amor con Lee Quinzel (Lady Gaga), a quien conoce en Arkham, esa mezcla de hospicio y prisión en el que ambos están alojados. Fleck aguarda allí el momento del juicio al que será sometido por haber matado a cinco personas, convertido en una celebridad. Hasta se filmó una película para TV sobre su vida. No sabemos si Lee se enamora a primera vista del pobre Fleck, que luce cada vez más demacrado y al que no se le cae ningún chiste, o de la idealización que tiene de ese hombre como el Guasón, líder inorgánico de una gigantesca y violenta rebelión surgida de una traumática revancha ante el maltrato, el castigo y la burla de parte de la sociedad. Lee se siente parte de ella.

Nada es lineal y mucho menos claro por el lado de Fleck. En la extraordinaria secuencia animada que pone en marcha la película, mezcla de Looney Tunes y gran guiñol con la firma de Sylvain Chomet (Las trillizas de Belleville), el personaje se disocia entre los aplausos para una estrella del espectáculo vestida de clown y una sombra que ocupa ese lugar ejecutando sus instintos homicidas.

Esa misma duplicidad reaparece en la secuela sin alterar el espíritu del film original. Rebosa de vitalidad en el modo en que Phillips retrata el acercamiento entre Fleck y Lee mientras describe los sueños de ambos a través de canciones perfectamente elegidas en sintonía con la evolución de la trama. Y se estanca, peligrosamente cerca del tedio, mientras se dilatan las escenas del juicio oral en el que, de nuevo, la película se pregunta si Fleck es un enajenado incapaz de asumir las consecuencias de sus actos o un psicópata criminal con plena conciencia del ejercicio de una violencia extrema.

Phillips trata de salir del dilema de la manera más indulgente, resignando en el desordenado tramo final (con un clímax bastante arbitrario) buena parte de las intensas y enérgicas promesas expuestas cuando Fleck y Lee se juraban un amor eterno aferrado a la locura y a la desesperación existencial. Como si el único camino posible para una historia que se pierde de tanto dar vueltas sobre los mismos argumentos (la alienación social, el nihilismo contemporáneo, el sensacionalismo mediático) fuese un gran acto de contrición.

El veredicto elegido por el cineasta resignifica buena parte de lo visto hasta ese momento, incluyendo la película original. Y nos distancia de la peripecia afectiva de los protagonistas, a quienes seguíamos hasta allí con atención, llevados por el realizador con energía, brío y compromiso afectivo, también a través de algunos espléndidos cuadros musicales.

Como resultado, la imagen final ante nuestros ojos que dejan a Phoenix (de regreso a sus típicos excesos de histrionismo) y a Gaga (empalideciendo una deslumbrante aparición) no resulta la mejor. Tal vez Lee debió aparecer en la primera película, cuando ni Arthur Fleck ni el titiritero de sus movimientos ponían tanto en cuestión el curso de sus acciones.

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