Tormenta perfecta

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Coincido con Montserrat Sagot, socióloga reconocida, al afirmar que se ha creado la tormenta perfecta y su resultado está a la vista, por la violencia exponencial que se vive y lo que podría venir ante el desamparo y la violencia crecientes contra nuestros menores.

Cada día se reportan 340 casos de abandono, negligencia o agresión contra menores, para un total anual de 137.000 víctimas. ¿Cómo puede el PANI actuar cuando los recursos humanos y el presupuesto es tan limitado, y cada año debe luchar por ellos?

No es fruto de la casualidad que se vivan tantos casos de violencia cuando estos niños crecen y repiten las conductas violentas y de abandono que recibieron en sus hogares de parte de las personas llamadas a quererlos y brindarles seguridad física y emocional.

Muchos de estos niños terminan institucionalizados, en albergues, casas de familiares u hogares de voluntariado; en el mejor de los casos, verán sus necesidades afectivas y físicas cubiertas, pero la sensación de haber sido víctimas de abandono nunca los dejará y las secuelas quedarán de por vida. Para muchos, significa vivir con la ansiedad del desamparo al cumplir los 18 años.

La conquista de mi muy querida amiga Tatiana Soto, que ya no está con nosotros, quien fue una de las promotoras de la ley de paternidad, si bien logró que un alto porcentaje de niños tenga un padre conocido, la interpretación judicial y cultural lograda es muy limitada. La paternidad responsable es mucho más que una contribución alimentaria o seguir viendo al padre solo como un proveedor económico; el espíritu de la ley es que ambos progenitores asuman la responsabilidad de una paternidad y una maternidad plenas.

De no tomar acciones urgentes, como campañas de educación y de sensibilización contra la violencia y la promoción de familias responsables, de darles al PANI y las organizaciones que la apoyan los recursos necesarios, estaremos sembrando más semillas de violencia en el futuro y se engrosará la generación de ninis, jóvenes que ni trabajan ni estudian, el peor caldo de cultivo para el consumo de drogas y la criminalidad.

Cierro esta columna citando el hermoso concepto africano "toma a toda una villa educar a un niño", para recordarnos que todos en el país somos parte de esa villa.

nmarin@alvarezymarin.com

La autora es politóloga,miembro del Advisory Board del Wilson Center en asuntos para América Latina.

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