Dos años de bronca en bronca

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La mayoría de los costarricenses esperaban que Rodrigo Chaves cumpliera su promesa de "comerse la bronca" del alto costo de vida, de las inhumanas listas de espera en la CCSS, de la exorbitante inseguridad ciudadana, de las ofensivas pensiones de lujo y del deterioro de la educación pública. No que perdiera estos dos años de su gestión de bronca en bronca.

Bronca contra los diputados, bronca contra los magistrados y jueces, bronca contra la contralora, a quienes acusa de no dejarlo gobernar.

No entiende que la función y el deber de estos empleados públicos es actuar en consonancia con el mandato constitucional, legal y reglamentario que conforma nuestro Estado de derecho, velar por su cumplimiento y frenar todo intento de violentarlo, como se ha pretendido proceder con algunos proyectos y obras impulsados por la presidencia de la República.

Bronca también contra la prensa independiente y crítica, que ejerce con responsabilidad y valentía su labor de investigar actos anómalos e informar sobre los desaciertos, las incongruencias y los incumplimientos de quienes ejercen cargos en la función pública.

Los constantes ataques del mandatario contra las instituciones y las groserías contra sus jerarcas son un distractor y una estrategia diseñada por sus asesores de imagen para vender una y otra vez la excusa de que "él quiere pero no lo dejan", y así justificar la impericia de su equipo y su administración como un todo.

La reiteración de acusaciones o afirmaciones sin fundamento, desmentidas con pruebas contundentes, y el uso de sofismas y posverdades para construir una narrativa fantasiosa, atractiva para sus seguidores, ha sido la constante en estos dos años. Lamentablemente, sin esperanza de rectificación.

Su bronca contra la institucionalidad es una característica del discurso populista muy peligrosa, por cuanto procura menoscabar los valores de nuestro sistema democrático y socavar sus cimientos.

Inconveniente es también su estrategia de confrontación que, además de provocar tensión política y crispación social, dificulta los acuerdos para promover el desarrollo del país y el bienestar de la gente.

La confrontación con los otros poderes de la República y el órgano contralor fue un aspecto presente en el informe de labores leído por el presidente Chaves —con su acostumbrado histrionismo y como si se tratara de una plaza pública— en la sesión solemne del 2 de mayo en el Congreso.

El anuncio de la posible convocatoria a un referendo, que en los días previos al informe presidencial causó gran revuelo en el mundo político, fue planteado prácticamente como un chantaje a los diputados, a quienes achacó que su trabajo "ha quedado debiendo", razón por la cual podría optar por el ejercicio de la democracia directa en la que los ciudadanos, no sus representantes, deciden sobre ciertos asuntos.

Primero, advirtió a los congresistas que la convocatoria la haría con su respaldo o sin él, pero afirmó, seguidamente, que el referendo no se llevaría a cabo si los legisladores hacen lo que él quiere, si se comprometen con una agenda de proyectos de su interés, claro está.

Con los planes que incluiría en un eventual referendo, lo que pretende es obviar la legislación que procura el uso adecuado de los recursos públicos y sus controles.

El presidente legislativo, Rodrigo Arias, en su discurso de respuesta al informe presidencial, lo instó a rectificar de "su incesante e innecesario discurso confrontativo", que "no hace más que acercar nuestra democracia hacia el despeñadero", y le advirtió que "procurar el uso del referéndum como un mecanismo caprichoso y vengativo para ir contra los poderes de la República y nuestra institucionalidad es una vana pretensión que no encontrará terreno fértil" en el Congreso.

Pero por el tono de su discurso, temo que Rodrigo Chaves no cambiará su estrategia, y la creación de empleo, la pobreza, la desigualdad, la inseguridad ciudadana, el rezago educativo y la inversión social seguirán desatendidos en lo que resta de su gobierno.

luisparisc@yahoo.com

El autor es exembajador.

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