Selección argentina: un quiebre invisible en el cierre de un año extraordinario

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La sensación de saciedad no puede confundir el escenario: 2024 fue un año extraordinario para la selección. Ganar otra vez la Copa América no conviene naturalizarlo, o de lo contrario no se habrá aprendido la lección tras permanecer 28 años (de 1993 a 2021) sin sumar ningún título. La Argentina cierra la temporada en el primer puesto de las eliminatorias sudamericanas, quedó a un paso del Mundial y, si a alguien le interesa, defendió el número 1 en el decorativo ranking de la FIFA.

Detrás de las estadísticas se anotaron síntomas saludables. El principal fue que perdió, la instancia que más enseñanzas deja. Las derrotas alumbraron algunos déficits –la defensa de las pelotas detenidas, por ejemplo– que merecen un seguimiento, pero a la vez, el grupo ofreció rebeldía al encuentro siguiente de una caída para impedir que lo visitara una atmósfera de preocupación. Como anoche, que venció a Perú tras el traspié en el viaje a Asunción.

Por otro lado, Lionel Scaloni amplió aún más la base de lanzamiento y hasta puede disponer de cuatro formaciones, desde luego que de diferente talla y especialmente rodaje. Apenas como un ejemplo, en un puesto siempre controvertido como el lateral izquierdo, como mínimo el entrenador se puede apoyar en seis apellidos: Tagliafico, Acuña, Lisandro Martínez, Medina, Barco y Julio Soler, el chico de Lanús.

Y otro dato saliente es que la selección disimuló las ausencias de Messi, un asunto que tiempo atrás desataba un tembladeral que terminaba en un diván y, ahora, la madurez colectiva le permitió al equipo coronarse sin su capitán.

En el debe, se retiró una pieza irremplazable, Di María, y como tal, la selección lo extraña. Algunos soldados, con Dibu Martínez a la cabeza, volvieron a estar envueltos en episodios de inconducta y excesos, un mal sabor que arrastra el ciclo. Los amistosos del campeón del mundo siguen perteneciendo al tercer mundo (El Salvador, Costa Rica, Guatemala…) Y algunos jugadores necesitan mayor continuidad en sus clubes, de lo contrario quedarán rezagados, y eso incluye a Gonzalo Montiel, Leandro Paredes, Paulo Dybala, Exequiel Palacios… Están advertidos por Scaloni: desde 2025 no habrá condescendencia.

También falta que alguien del ala renovadora –Garnacho, Barco, Balerdi u otros– aproveche las oportunidades y ponga en apremios a Scaloni. Por ahora, la inserción es tibia, ninguno asoma con el ímpetu que tuvieron Dibu Martínez, Cuti Romero, Julián Álvarez, Enzo Fernández o Mac Allister para tomar la titularidad por la solapa y darle soluciones a la selección. Se va 2024 y se lleva los últimos ecos de Qatar y el respeto por los rangos. Anoche hubo un quiebre invisible: llegarán recalibraciones porque nada es para siempre.Imprescindible para evolucionar.

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