Reseña: "Las orillas 
del mar Dulce", por Laura Alcoba

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Las orillas del mar Dulce (Premio Roger Callois 2023), sexto libro de Laura Alcoba (La Plata 1968, radicada en París desde 1978), comienza con una escena memorable. Es 2006 y la autora conversa con Roger Grenier, editor de Gallimard, sobre el manuscrito de La casa de los conejos (2008), libro que narra su experiencia de niña en la clandestinidad durante la dictadura. A un par de oficinas de distancia está Héctor Bianciotti (1930-2012), cordobés, naturalizado francés, quien hace ya muchos años, al igual que Alcoba, escribe en francés. Grenier lamenta no poder mostrarle el manuscrito a Bianciotti. "Su cabeza ya no está ahí", dice, "Ya no tiene palabras, me entiende". Lo que no tiene, entiende la autora, son palabras nuevas. Porque en esos cuadernos que se apilan en su escritorio, Bianciotti sigue escribiendo. Pero en lugar de escribir textos nuevos, se pasa el día copiando lo que ya escribió, lo que ya publicó.

¿Cuál es la escena que se reescribe sin cesar –lo sabemos por Borges: aunque idéntico, ningún texto es igual a otro–, cuando el peso del pasado, el exilio, la adopción de otra lengua, han sido experiencias fundantes de la propia literatura? Alcoba narra aquí el pasado de su familia: la abuela de su abuela, indígena que es tomada cautiva e instalada en el campo familiar, una mujer que no puede volver con los suyos porque antes, ellos mismos, en un intento por impedir que el hombre blanco se la llevara, le han desollado los pies. Cuenta cómo su padre, preso político, le describe la belleza de la natación a un compañero de celda. O se detiene en la llegada de Solís a las costas del río que bautizaron mar Dulce. Subraya las palabras. Lucía Dorin, la traductora, señala cuáles figuran en español en la versión original: trámite, desierto, pampa, isla, entenado, padre, embute. En medio de la narración en francés, son piezas extrañas: ¿qué es lo que acá llamamos isla, qué significa pampa, qué viene a ser un embute, ese lugar escondido en la casa de la infancia donde la madre trabajaba? Un espacio secreto donde se imprime un diario clandestino en los años 70. Un espacio dentro de otro, una casa dentro de otra, como el recuerdo que obsesiona, el lugar al que las palabras vuelven, esa "casa de los conejos" que albergó a la autora de pequeña junto a su madre y a la que no puede, como Bianciotti encerrado en sus propias palabras, dejar de volver. No para quedarse, sino para probar, una vez más, que se puede pasar de una lengua a la otra, de una orilla a la otra y que eso, quizá, sea una forma de salvación.

Alcoba explora los matices del recuerdo: cada párrafo intenta acercarse más y más a la escena –sea familiar, histórica o la evocación de un paisaje–, reescribiéndola; como si las palabras no terminaran de alcanzar. Un libro híbrido, conmovedor, de una sutileza enorme.

Las orillas del mar Dulce

Laura Alcoba

Edhasa

139 páginas
$ 20.500

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