Nueva secundaria porteña. "Vamos a invitar a los profesores a que salgan del pizarrón", anticipa la ministra Mercedes Miguel

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En su despacho hay olor a incienso. Pronto se devela por qué. Antes de empezar a hablar, Mercedes Miguel, recorre el séptimo piso en busca de un encendedor. Y antes de sentarse en su escritorio, un espacio abierto y vidriado, con un enorme ventanal que mira al barrio 31, donde se emplaza el Ministerio de Educación porteño, enciende una a una las velas. A sus espaldas, un pizarrón grafiteado con mucho estilo. Bajo sus hojas de anotaciones, hay cartulinas con dibujos y debajo, un escritorio escrito con fibrones. Hay notas en las paredes y también cálculos hechos con rojo en la ventana. Es que así se imagina Miguel que debería ser un aula. Con un pizarrón con otros usos, lejos de utilizarse para que el docente imparta su saber de espaldas a un alumnado somnoliento. Así lo hizo en la escuela secundaria de River, donde antes de ser ministra, logró revertir las trayectorias fallidas de muchos futbolistas que habían abandonado sus estudios por creer que eran incompatibles con su vida deportiva. Durante toda la última semana se la pasó explicando en distintos medios la transformación que impulsa para la secundaria, que es mucho más que si se repite o no, o si hay previas o no. El plan piloto iniciará en 30 escuelas, 11 privadas y 19 públicas, que empezarán a usar este modelo en 2025. Pero en pocos días también planean anunciar grandes cambios en los demás niveles.

–La crisis del sistema educativo es general ¿Por qué empezar por la secundaria?

–Porque la secundaria es la resultante de todo lo anterior. Cuando hablás con supervisores, rectores, directores, cada nivel le echa la culpa al nivel anterior. Por algún lado teníamos que empezar a trabajar integralmente. Ahora lo estamos anunciando, pero la secundaria es la correlación de lo que ya estamos haciendo en primaria. Lo anunciaremos la semana que viene, y tiene que ver con toda una nueva mirada desde el diseño curricular para transformar la práctica del aprendizaje. Estamos mirando todo el sistema educativo. También estamos trabajando en el diseño de sala de 4 y 5.

–¿Pero el diagnóstico es peor en secundaria?

–El diagnóstico de secundaria es muy crítico. Y el de primaria también. Por eso estamos metiéndonos con el diseño curricular, con la alfabetización, por eso somos parte del Plan Nacional de Alfabetización. Vamos a volver a los métodos estructurados para aprender a leer y escribir. Es algo que teníamos que tomar de raíz porque el arrastre de la falta de aprendizaje cuando los chicos egresan de la secundaria, ya es gravísimo.

–¿Es incorrecto decir que no se va a repetir más de año?

–Hablar de repitencia sí o no es un reduccionismo. La ciudad no tiene una alta tasa de repitencia, es del 8%. Pero, si la tasa es baja y no logramos los aprendizajes fundamentales, estamos en presencia de algo más complejo. Por eso, decidimos meternos, no con el contenido, sino con el cómo aprenden. El mundo cambió, cambiaron los estudiantes, cambió la manera de comunicarnos, de aprender, pero la escuela no cambió. Tenemos que transformar la experiencia del que aprende para lograr un aprendizaje profundo, como decía Melina Furman.

–¿Qué es un aprendizaje profundo?

–No tiene nada que ver con estudiar, memorizar, aprobar, tener una nota y zafar. Ahí no hay aprendizaje. No hay construcción del capital humano. No hay ninguna posibilidad de que la Argentina rompa la pared y la pobreza estructural que tenemos. La neurociencia nos dice que si no hay motivación, no hay sinapsis, no hay aprendizaje. Hoy, los chicos están en el aula y no están motivados. Entonces, ¿por qué van a levantar la mano en la clase de un profe que está todo el tiempo recitando lo mismo, termina rápido y se tiene que ir a dos escuelas más? Lo que estamos buscando con el modelo de Secundaria Aprende es de verdad cambiar de raíz la experiencia de cómo se enseña y se aprende. Al profe lo vamos a invitar a que salga del pizarrón, que hoy está de espaldas al grupo, escribiendo una fórmula, mientras habla. Le vamos a pedir que se ponga junto a los estudiantes. Esto no es ninguna iluminación, lo dijo María Montessori en 1922, el docente como guía, como acompañante de un proceso de aprendizaje mucho más personal. El objetivo es que los chicos se sientan desafiados.

–La Argentina construyó su clase media en base a una educación pública. Hoy la clase media desaparece y la educación está en crisis. ¿Tiene que ver? ¿Cómo se revierte?

–En estos días, conocimos lamentablemente el índice de pobreza. El 66% de los chicos que están en edad escolar están en situación de pobreza. Lo único que los va a sacar de esa situación es el aprendizaje profundo. No, estar en la escuela, memorizar y sacarse una nota para zafar. Eso no te saca de la pobreza. No se trata de hablar de si repiten o no. En el mundo, los sistemas educativos más potentes, los que mejor performan en PISA, no tienen repitencia. Está demostrado que repetir no mejora el aprendizaje.

–¿Cómo les explicarías a los amigos de tus hijos cómo les va a cambiar su día a día en el colegio?

–Nosotros ya entrevistamos a más de 400 estudiantes que dejaron la escuela el año pasado y estamos en conversación con más de 300 jóvenes con los que hacemos talleres todas las semanas. Ellos nos marcaron el rumbo de cómo podría ser la experiencia de ese nuevo estudiante. Y lo cierto es que más del 54% nos pidió tener recorridos personalizados, respetar sus tiempos.

–¿Qué va a cambiar?

–Hoy, tenemos a un estudiante sentado en un aula, al fondo, en su banco, escuchando. Está todo el día quieto, salvo cuando toca el timbre. Todo el día sentado en una silla mirando un pizarrón: entra el profesor de historia, se va. El de química y se va. El de física, el de biología y todos se van. Ninguno correlaciona el saber. Todo es fragmentado. Los chicos estudian para una materia. Pero resulta que cuando toca el timbre, se termina el día, salen a la calle, se dan cuenta que todo está relacionado. Que la matemática está presente en cualquier ámbito de nuestra vida. Y no es la matemática escolar llena de fórmulas en un pizarrón. En clase, los chicos se la pasan preguntando, ¿y esto para qué me sirve? No le encuentran sentido, no pueden relacionar el contenido del aula con la vida. Eso tiene que cambiar.

–¿Cómo va a cambiar?

–Primero, lo más importante es que estamos cambiando la lógica, la estructura y la organización de la escuela. Los tiempos, los profesores, las asignaturas. Los estudiantes se van a poder organizar de otra manera. Empezando por que hoy, en vez de tener un profe que entra y sale, los van a tener la mayor cantidad de tiempo posible en la escuela. Casi como en primaria, donde tenías a tu señorita. Cada docente va a poder trabajar en un proyecto integrado con otros dos profesores y conformar el área de las ciencias sociales o de lo que sea. Los docentes van a tener que dejar horas en otras escuelas para agrupar más horas en una misma escuela.

–¿Y por qué esto le va a cambiar la experiencia de aprendizaje al estudiante?

–Porque en vez de que entre un profesor a darle su materia y se retire, probablemente puedan entrar dos profes o tres profes con un proyecto integrado y lo van a desafiar a él a resolver un problema. Y le van a pedir que lo resuelva solo o en equipo, que salga de la escuela, que recorra la comuna y busque una solución.

–¿Pero los chicos van a poder salir del colegio?

Estamos cambiando el reglamento escolar por completo. Va a habilitar nuevos espacios, nuevos formatos, nuevas agrupaciones al interior del aula. En vez de sentar a los 30 estudiantes en un aula del mismo año y la misma edad, vamos a sentarlos por nivel de aprendizaje, como se hace en inglés. En cada grupo cambia el nivel de profundización. Cuando me senté con rectores y empresarios, nos piden que desarrollemos en los estudiantes otras habilidades. Poder mirar, interactuar. Que trabajen en equipo, que correlacionen, que resuelvan, que puedan razonar, defender una idea oralmente, trabajar colaborativamente, que cocreen con inteligencia colectiva, que es muy superior a la individualista.

–Volviendo a la pregunta… ¿qué más va a encontrar el amigo de tu hijo en la nueva secundaria?

–Un aula interactiva, menos estructurada. O sea, este sistema de estoy sentado y escucho al profesor una hora tiene que desaparecer. Secundaria Aprende tiene cuatro pilares. El primero es cómo vamos a reorganizar la escuela. Sus tiempos, sus espacios, sus recreos. La escuela se rediseña a sí misma. El segundo pilar es cómo vamos a evaluar el aprendizaje de los estudiantes para garantizar que sea profundo y efectivo. Cada dos meses una evaluación, un proyecto de aprendizaje con metas de logro. El tercero es la experiencia del estudiante. Un estudiante más participativo, más activo, más autónomo, más responsable de su aprendizaje. Y el cuarto es cómo ingresan al cargo (los docentes), cómo van a permanecer en la escuela, el tiempo de planificación pagado, en servicio, situado y el tiempo de formación. Nosotros vamos a hacer un trabajo muy profundo de desarrollo profesional docente. Para todos los profes, porque cambia la lógica de enseñanza.

–¿Están motivados los profesores?

–Súper. Los 30 de las pioneras están fascinados. Nos venimos juntando, vinieron todos los días al ministerio, sobre todo para la conformación de la Planta Orgánica Funcional (POF). En octubre vamos a hacer un simulacro. ¿Cómo se accede hoy a un cargo docente? Tal materia, turno mañana, primero C. Otro cargo, turno mañana, tercero A. Eso se desarma y van a postular para entrar a la escuela equis, turno mañana, todas las horas de matemática. Vos vas a dar clases en primero, segundo, tercero, cuarto, quinto.

–¿Eso lo permite el Estatuto docente? ¿Cómo le cambia la vida al estudiante?

–Sí, de esta forma el profesor sabe quién es su estudiante. Le puede hacer un plan a cada una de las secciones y hacer un seguimiento. Todos van a estar llamados a poner manos a la obra, docentes y alumnos, a poner cabeza, a creatividad, a moverse y a hacer otro tipo de proyectos que le permitan aprender interdisciplinariamente. Se van a mezclar las asignaturas. Hoy la escuela, de verdad, es del siglo pasado. No está diseñada para atender a ese estudiante nuevo que quiere que lo motiven. El ejemplo perfecto es un chico que se lleva matemática, pero lo invitan a la olimpíada de matemática y la rompe. Y está fascinado. ¿Y por qué? Porque le dijeron, abrí este sobre, lee el problema y tenés 40 minutos para resolverlo. Eso motiva a cualquiera, los chicos son curiosos.

–Con 30 chicos en el aula, ¿el profesor puede realizar esa planificación personalizada?

–El avance es personalizado. El plan es el mismo, vos tenés el 100% del contenido para todo el año, lo vas a dividir en cuatro bimestres. Un bimestre va a ser una unidad de aprendizaje. Tu plan va a decir esto, es todo lo que tenés que lograr en este bimestre. Hay objetivos de logro. Lo que es personalizado es el avance. Ya el profe no va a estar dando clase expositiva. El mobiliario va a ser diferente, no van a haber más chicos mirando un pizarrón. Me imagino un aula sin pizarrón.

–¿Literal? ¿Te imaginás una escuela primaria o secundaria, sin pizarrones?

–En River no hay pizarrón. Los sacamos. Pero se pueden escribir las paredes, los bancos. Es espectacular. Se democratiza el saber. Mirá, mi oficina es así. Escribo mi escritorio, escribimos en las paredes, en las ventanas. El escribir es una apoyatura, lo visual es fundamental para el momento de explicación, según explica el modelo relacional de Fontán, que es de donde yo saqué muchas ideas, y Fontán a su vez de Montessori y de Waldorf. Pero lo cierto es que si necesitas una pizarra, podés tenerla. Lo que vamos a cambiar, y está escrito en el nuevo reglamento escolar, es la manera en que se administra la posición de los estudiantes en el aula. No va más el modelo hecho para la era industrial, sentarlos a todos mirando al frente y esperando que de un profesor salga el saber. Hoy, los chicos buscan en su teléfono, en 5 segundos verifican lo que estás diciendo y te confrontan. Entonces el valor agregado del profesor no es lo que sabe. Es ser capaz de acompañar ese proceso necesario para que exista el aprendizaje en los estudiantes.

–Para este cambio necesitás que los docentes estén motivados. ¿Va a haber aumentos?

–La motivación es intrínseca al docente. No pasa solamente por ahí. Muchos se sienten muy frustrados con el secundario actual. Es el deseo del profe, que se emociona cuando visualiza un aula totalmente diferente con chicos motivados. No hay nada más lindo que verle el brillo en los ojos a sus estudiantes. Eso es lo que hace que todos estén en la docencia. Entonces ahí la motivación es imaginar, poder crear. Ellos están siendo creadores de esta nueva escuela

–¿Las clases van a terminar en octubre para el que no se lleve nada?

–Hoy creo que la última mesa de exámenes para un chico que no adeuda nada es el 30 de noviembre. Después, por calendario escolar, tiene que seguir yendo. La instrucción que firmamos el miércoles, es pedirles las 30 pioneras que presenten un plan institucional de innovación. Van a trabajar en la organización de la escuela, de los docentes, del aprendizaje, de la evaluación del estudiante. La escuela es la que va a decidir y cada trayecto, cómo va a agrupar a los estudiantes. Lo que puede pasar es que un estudiante haga su bimestre en el bimestre, o un poquito antes, con todo adquirido. Entonces, ¿qué vas a hacer? Lo vas a habilitar al nivel que sigue. Si llegara octubre y aprobó todo, y no tiene ningún contenido por dar, profundiza. Y se queda haciendo otras cosas. Y va a poder elegir talleres. Eso nos pidieron, tener la posibilidad de elegir. Talleres de música, de cocina, de carpintería, de álgebra, de literatura, de poema, de arte. O sea, terminaste en octubre, tenés todo aprobado, podés dedicar un mes y medio para un taller de algo que te copa. Y si estuvieras en quinto año y vas a entrar a la universidad, te ayudamos a formarte.

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