La encuesta electoral que hizo enfurecer a Trump: el presidente electo demandó a un periódico de Iowa
12/18/2024 09:04 AM
El presidente electo estadounidense, Donald Trump, tardó poco más de 24 horas en consumar su amenaza de demandar al principal diario de la capital de Iowa, el Des Moines Register, por publicar tres días antes de la cita con las urnas del pasado mes de noviembre una encuesta que resultó completamente equivocada, pues vaticinaba que el candidato republicano perderíaen ese Estado del Medio Oeste. Ese sondeo dio alas a la campaña de su rival, la vicepresidenta demócrata Kamala Harris, y cayó como una bomba en la de Trump.
La onda expansiva de esa encuesta se debió a dos motivos: la excepcionalidad de las conclusiones a las que llegaba (una victoria de los demócratas en un territorio que no han ganado desde el triunfo de Barack Obama en 2012) y el prestigio de la autora del sondeo: Ann Selzer, una de esas profesionales de la demoscopia que, pese a centrar su foco en contiendas estatales ―o precisamente por eso―, han ganado en popularidad en los últimos años en un país obsesionado con seguir en los años pares, cuando hay elecciones legislativas o presidenciales, los datos electorales. De haber sido cierta la predicción de Selzer, habría supuesto no ya una victoria de Harris, sino un vapuleo demócrata en toda regla.
Finalmente, Trump ganó, como se esperaba, por 10 puntos en Iowa, y también en el voto electoral en todo el país; era la primera vez que un republicano lograba algo así desde George Bush hijo. Este lunes, Trump, alentado por una victoria en los tribunales contra otro medio, ABC News, amenazó en una conferencia de prensa en su mansión de Mar-a-Lago, en Palm Beach (Florida), con querellarse contra Selzer y el Des Moines Register, que es, como centenares de publicaciones locales en decadencia de todo el país, propiedad del imperio Gannett, dueño también del USA Today. Los acusa de "fraude e interferencia electoral".
El presidente electo también prometió que estudiaría acciones legales contra los premios Pulitzer, por reconocer las investigaciones de los diarios The New York Times y The Washington Post sobre la presunta injerencia rusa en las elecciones de 2016 (que volvió a definir como un "engaño", el "Russia hoax") y con la cadena CBS y su programa dominical 60 Minutes, porque, dijo, manipularon una entrevista con Kamala Harris, también poco antes de las elecciones. "Tenemos que poner orden en la prensa", remató. "La prensa es muy corrupta. Casi tan corrupta como nuestro sistema electoral".
La querella supone una escalada en la vieja guerra de Trump contra los medios que él llama "tradicionales", cuando no, directamente, "fake news", en tanto que portadores de noticias falsas. Cabe también interpretar el gesto como una prueba de que está listo para tomar las represalias que fue prometiendo durante su campaña contra quienes, según él, le atacaron durante sus cuatro años de travesía en el desierto, esa lista de "enemigos domésticos" que incluye a la prensa en general; al presidente Joe Biden y a su familia; a Jack Smith, el fiscal especial que lo acusó de intentar revertir el resultado de las elecciones de 2020 y de llevarse sin permiso documentos confidenciales en el caso de los papeles de Mar-a-Lago; o a Liz Cheney, congresista republicana que participó en la comisión de investigación de la Cámara de Representantes sobre el asalto al Capitolio. Si finalmente se decide a consumar esas venganzas, el nuevo presidente tiene todo el aparato del Estado a su disposición: los republicanos dominan las dos Cámaras y el Tribunal Supremo cuenta con una mayoría conservadora de seis jueces, tres de los cuales nombró el propio Trump.
Además de una cruzada legal de consecuencias impredecibles para la libertad de prensa, la demanda contra el Register cuestiona el trabajo de los encuestadores en Estados Unidos, y podría sentar un precedente peligroso y abrir la veda a una lluvia de demandas contra aquellos que no acierten en sus pronósticos.