Héroe de Malvinas. Cómo logró repatriar el avión con el que descubrió a la flota inglesa y la atacó en solitario: tenacidad, solidaridad y dólares

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El 21 de mayo de 1982, el joven piloto Owen Crippa escribió su nombre en la historia de la Aviación Naval Argentina. A bordo de un Aermacchi 339, y en una misión que inicialmente era de reconocimiento armado, el piloto descubrió a la fuerza invasora en el estrecho de San Carlos. Sin esperar refuerzos, se enfrentó en solitario a la imponente flota británica que comenzaba el desembarco en Malvinas. Con pericia y audacia ("y mucha Fe", agrega), atacó la fragata HMS Argonaut, evadió disparos de buques y misiles, y consiguió regresar ileso. Su avión, el mítico 4-A-115, aterrizó como despegó: no recibió ni un disparo.

Crippa, héroe de guerra, sobrevivió al conflicto, al igual que su avión. Pero el destino del Aermacchi (de fabricación italiana, concebido como "entrenador avanzado y avión de ataque ligero") no se alineó con el de su piloto: la nave fue vendida al extranjero, junto con otros modelos similares, como parte de un canje por repuestos necesarios para los helicópteros Sea King de la Armada, imprescindibles para la campaña antártica. Crippa lo supo recién en 2005 y resultó desgarrador para él saber que ese avión, protagonista de una de las gestas más audaces de la guerra, estaba lejos de su tierra y de quienes la defendieron.

Desde entonces, se propuso repatriar el Aermacchi para exhibirlo al público como una pieza de la historia argentina. No resultó sencillo. En entrevista con LA NACION, el aviador naval relata los desafíos que enfrentó en su intento por recuperar esta pieza histórica, desde las negociaciones con los propietarios en Estados Unidos hasta la compleja logística de traerlo a Sunchales, donde hoy vive.

-Owen, ¿cuándo fue la última vez que estuvo frente a su avión?

-Yo me retiré en el año 1984. Alrededor de 1986/1987 estuve en contacto con el avión. Luego, cerca del año 2000, nuevamente, por haber sido invitado por autoridades de la Aviación Naval a algunos eventos en la Base Aeronaval de Punta Indio. Precisamente en 2005, tomo conocimiento de que el avión había sido entregado, canjeado, por repuestos. Ahí comienza esta tarea. Desde entonces fue una lucha larga, con mil trabas, mil dificultades, mil palos en la rueda, hasta esta etapa en la que estamos. Estoy rogando que de una vez por todas llegue acá porque, te aseguro, la ansiedad me tiene...

-¿Cómo se empezó a gestar este contacto con Estados Unidos para repatriarlo y cómo avanzó la gestión hasta el día de hoy?

-Bueno, en principio fueron los mismos compradores quienes, a través de intermediarios, se contactaron conmigo para ofrecernos el avión, sabiendo que era un avión emblemático. Pero la cifra que pedían era completamente inalcanzable, ilógica.

-Ofrecían venderlo.

-Sí, sí, sí. Me ofrecieron hacer una campaña en Argentina para recaudar los fondos y comprárselo a ellos. Pedían un millón de dólares. Me pidieron que los acompañara a Estados Unidos para firmar unos contratos. Pero yo veía que todo era muy endeble, que no tenía sustento de responsabilidad. Así que no fui. A pesar de eso, ellos empezaron una campaña para recaudar fondos. Tuvieron la mala suerte de que, cuando lanzan la campaña, invitan a muchas personas, unas 300 o 500, y entre esas personas estaba yo. Presentaron pancartas y banners con mi foto, como si yo avalara esa campaña. Entonces, primero hice un reclamo público, después uno legal, para que sacaran mi nombre. Ahí vino una etapa de idas y vueltas que duró años, hasta que hace unos cinco o seis años atrás, un matrimonio de Texas se puso en contacto conmigo.

-¿Qué le dijeron?

-Ellos me contaron que el avión estaba en un hangar donde ellos tenían un avión personal. ¿Viste esos countries en Estados Unidos que tienen su propia pista? Bueno, Will y su esposa tenían su avión ahí. Me dijeron: "¿Sabe, Crippa, que el resto de su avión está acá?". Me mandaron fotos y me dijeron que el señor Hans quería venderlo. Les respondí que ya había negociado con Hans y que los precios que pedía eran inalcanzables. Me contestaron: "Ahora está en el orden de los 350 mil dólares. Si usted quiere, podemos hacer contacto para que comience con esto". De todos modos, a mí me parecía una cifra exagerada. No hice nada hasta que fui a Bahía Blanca a trabajar con Claudio Meunier, un gran amigo de hace años. Cuando fui a su casa, porque estábamos haciendo un trabajo y él me estaba dando una mano, me dijo: "Owen, hay que comprar el 115″. Y yo le dije: "No, Claudio, no. No quiero meterme otra vez a negociar". Él insistió: "Lo han puesto a la venta por internet. Tenemos que traer el 115″. Claudio es una topadora. A los dos minutos ya había hablado con otros amigos, incluido el presidente del Instituto Aeronaval. Y me dijo: "Tenemos que convocar a Ricardo Pradella". Ricardo Pradella es un ingeniero que había sido compañero de la Escuela Naval, un señor muy inteligente y gran amigo. Tiene una empresa en Estados Unidos y en Europa. Así comenzamos. Mi primera idea era llevar el avión al Museo Aeronaval. Pero en ese momento, la Asociación de Amigos del Museo había perdido la personería jurídica. Estuvimos casi dos años tratando de recuperarla, mientras continuaban las negociaciones con esta gente. Después intentamos con el Instituto Aeronaval, pero lamentablemente había que cambiar los estatutos, con todo lo que eso implica.

-¿Por qué? ¿Con qué complicaciones se encontraron?

-Había que abrir una cuenta que permitiera girar fondos al extranjero. Esa cuenta tenía que ser habilitada por las instituciones de nuestro país. Todo eso se fue demorando hasta que, medio frustrado, bajé los brazos. Intentamos a través de otras instituciones, pero no avanzábamos. Un día, estando aquí en Sunchales, me llama un gerente de Sancor Seguros y también dos amigos dueños de empresas locales, Colino y Darío Volatti. Me dicen: "¿Cómo anda la situación para traer este avión?". Les cuento lo que pasaba y me dicen: "No, no, ya nos ponemos en campaña, lo tenemos que traer a Sunchales". Inmediatamente hablé con el Aeroclub, les pregunté si podían ser la institución sin fines de lucro que se prestara para abrir una cuenta y habilitar la adquisición de fondos al exterior. Me respondieron que sí. Una de las empresas que mencioné nos hizo un préstamo en dólares. Con ese dinero avanzamos en la negociación. A mediados del año pasado cerramos el precio y lo pagamos. Pero el avión estaba desarmado: una parte en un hangar y otra parte en otro. Queríamos sacarlo de ese ámbito cuanto antes y llevarlo a un lugar donde estuviera seguro. Ricardo Pradella, que desde Madrid ya había hecho cuatro viajes a Estados Unidos para encargarse de trámites y negociaciones, se ofreció para manejar todo. A través de él se hicieron los pagos y la logística: mandar camiones, cargar las partes que estaban en un hangar y llevarlas a otro en Peachtree, Georgia, que pertenece a su empresa. Luego compramos un contenedor, y allí desarmaron y embalaron las piezas.

-Hasta que, finalmente, el avión embarcó.

-Finalmente, el contenedor embarcó. Pero antes tuvimos que convencer a la aduana de Rafaela de que esto no era un avión, sino piezas con fines museísticos. Por suerte, entendieron. Ahora estamos en la etapa de negociar con ARCA (lo que era antes la AFIP). Ellos pretenden que paguemos entre 14.000 y 17.000 dólares por derechos de importación. Estamos explicando que esto no es una importación con fines comerciales, pero aún no lo resolvimos. Estamos haciendo todo esto con préstamos, poniendo dinero de nuestros bolsillos para cubrir los costos: arquitectos, logística, barcos, contenedores. También hay que devolver esos préstamos.

-Owen, finalmente, ¿en qué monto se concretó la compra del avión?

-Cerramos un precio razonable y lógico en función de lo que comprábamos. Te cuento: el avión no llegó a costar 20.000 dólares. El problema fue todo lo demás: fletes, camiones, seguros, mecánicos, cargadores, barcos, contenedores. Por ejemplo, cuando quise registrar el precio en un trámite, no me lo podían aceptar porque no creían que costara tan poco. No entraba en sus estándares.

-¿Ya está definido dónde irá el avión?

-Sí, el avión viene a Sunchales. Todo el esfuerzo se hizo desde acá. Ya se dispuso un terreno sobre la autopista de la ruta 34. Cuando el avión llegue, presentaremos el proyecto. La idea es montar las partes que faltan y armar el avión. Será un museo interactivo, con Inteligencia Artifical, con simuladores y simulación, y con un espacio vidriado donde el avión podrá verse desde el exterior y el interior, en dos niveles. Habrá un salón para charlas, alojamiento para quienes vengan (de bajo costo) y un bar comedor con una plaza semicubierta. No buscamos hacer apología de la guerra, sino hablar de la Cuestión Malvinas.

-¿Qué día llegará al país?

-Teóricamente tendría que haber llegado el 10, pero por demoras en algunas escalas del buque, el viernes me confirmaron que estaría llegando al puerto de Montevideo el 20 de enero a la tarde. Ahí se carga en un camión, pasa por la aduana de Rafaela y posteriormente ya lo traemos para acá, para Sunchales.

-Owen, ¿qué sentimientos le generó todo este proceso?

-Cuando me enteré de la venta, fue como una puñalada. Había otros aviones que podían haberse entregado en lugar de este. Quienes lo compraron sabían perfectamente de qué avión se trataba. Fue un golpe duro, pero entiendo que era una necesidad para la Armada. Eso apagó un poco la bronca. Pero hasta que no esté acá, sigo con ansiedad. Me decía un amigo ayer, que es uno de los que me está dando una mano en esto, que este es uno de los aviones de la Aviación Naval Argentina que más millas ha recorrido. Este avión vino de Italia en el año 1981, se armó en Punta Indio, cumplió funciones y operó en la Guerra de Malvinas. Siguió volando hasta el año 2000, cuando se produce la venta a estos mercaderes. Se fue a Texas, Estados Unidos, de ahí a Georgia, y ahora está viniendo a Montevideo para llegar finalmente a Sunchales. Es el avión de la Aviación Naval que más millas ha recorrido.

Owen se despide con un agradecimiento para quienes ayudaron a que este sueño se esté haciendo realidad: "Sin la pericia y el apoyo de Mike Stille, presidente de la empresa Clayton Internacional, socio de mi compañero y amigo Ricardo Pradella no hubiese sido posible contar hoy con el avión 4 A 115 en tránsito hacia la Argentina. Mike es quien está en el video tirando del avión y es quien me hiciera llegar las fotos y el video que les adjunto. Sacando el avión del hangar en donde se encontraba en Houston Texas, para transportarlo luego hacia su hangar en Peachtree, Georgias, lugar donde de lo desarmaron y embalaron dentro de un contenedor y mantuvieron depositado un año, hasta que finalizaron los trámites para su embarco. Mike y Ricardo, que viajo cuatro veces a Estados para cerrar la negociación, fueron dos personas clave para que esto llegue a buen término. Mi especial reconocimiento y el de todo mi grupo para ellos".

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