Haití y su espiral de violencia

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Al menos 1,7 millones de haitianos viven actualmente en el exterior. A la larga inestabilidad política tras el final del sangriento régimen tiránico de los Duvalier, alimentada por los devastadores efectos de gobiernos que dieron por tierra con el orden constitucional, se suma el accionar de pandillas dedicadas al tráfico de armas y drogas con el que financian sus operaciones. Aún sin reponerse del tremendo terremoto de 2010, la situación se agrava incesantemente. En abril asumió el poder un Consejo Presidencial de Transición cuyo objetivo sería organizar elecciones libres y transparentes fijadas para noviembre 2025. A cinco meses de haber nombrado a un primer ministro, Gary Conille, lo destituyó para reemplazarlo por Alix Didier Fils-Aime, en medio de acusaciones por corrupción y cuestionamientos sobre la legalidad de los procesos.

El 85% de la capital, Puerto Príncipe, está en mano de violentas bandas armadas con miles de habitantes pasando hambre y huyendo de sus barrios para preservar sus vidas.

La ONU reporta casi 5000 muertes por violencia y más de 700.000 desplazados en lo que va del año, la mitad de ellos, niños. El fenómeno de los desesperados balseros haitianos pasa inadvertido para el mundo. La temporada de lluvias inundó zonas de la capital y los casos de cólera han reaparecido. En solo diez días del mes último, más de 40.000 personas huyeron de Puerto Príncipe, incluido personal de embajadas y organizaciones de ayuda internacional, además de trabajadores de las Naciones Unidas. Desde la sólida economía de la República Dominicana, país limítrofe, se han intensificado las deportaciones. Superaron las 11.000 en una semana.

Unicef dio cuenta de que en 2024 aumentó un 70% la cifra de niños reclutados por pandillas. Los menores son explotados en distintas tareas, incluso abusados sexualmente.

El líder de la coalición armada de pandillas conocida como Viv Ansanm (Vivir Juntos), Jimmy Chérizier, un expolicía, acusa a las autoridades de no velar por los intereses del pueblo haitiano, llama a la población a permanecer en sus hogares y anunció en un video difundido en redes sociales que "ha llegado el momento… de tomar el destino" del país.

Calles desiertas, escuelas cerradas, cada vez más hospitales destruidos y copados por violentas bandas y un único aeropuerto sin operaciones por lo menos hasta marzo próximo tras ataques a aeronaves, además del bloqueo de caminos al puerto, impiden la llegada de ayuda humanitaria. Se estima que 5,4 millones de haitianos enfrentan dificultades para alimentarse, con numerosos focos de hambruna.

Es responsabilidad de la ONU no seguir demorando el envío de ayuda eficaz a un país miembro. Solo el desmantelamiento y desarme de los elementos criminales permitirá celebrar elecciones libres y democráticas. El Consejo de Seguridad de la ONU fracasó en su reciente intento de encarar una operación oficial de paz ante el veto de Rusia y China. Xiomara Castro, presidenta de Honduras y a cargo de la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), anunció que convocará a los jefes de Estado a definir una posición de solidaridad absoluta y urgente con Haití. No hay lugar para la indiferencia ni tiempo que perder.

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