Cómo es Amor animal, la nueva serie de Sebastián Ortega: la filmación en Uruguay, el protagónico de Franco Masini y el "dream team" de caras nuevas
12/24/2024 04:00 AM
URUGUAY.-A pocos kilómetros de Punta del Este, una imponente casa minimalista frente al Atlántico se convierte en el escenario principal de Amor animal, la nueva apuesta de Prime Video liderada por Sebastián Ortega y producida por Underground. La serie, que aun no tiene fecha de estreno, explora el choque de dos mundos: el lujo de un joven de clase alta y la crudeza del entorno marginal de una trapera en ascenso. "Es un thriller cargado de música, acción y emociones intensas, que pone en el centro las tensiones entre realidades contrapuestas", declara Ortega sobre esta producción que mezcla drama, música y acción.
El reparto está liderado por Franco Masini, Tatu Glikman, Santiago Achaga, Valentina Zenere y Olivia Nuss, quienes asumen roles protagónicos con interpretaciones llenas de matices. A ellos se suman Toto Rovito y Ramiro García, junto a actores reconocidos como Inés Estévez, Antonio Birabent, Juan Sorini y Evitta Luna. Son ocho episodios y la dirección está a cargo de Paula Hernández (marca el tono inicial en los primeros capítulos), Guillermo Camorra en los episodios intermedios y Pablo Fendrik en el cierre de la historia.
En la costa de Solanas, una residencia de lujo de 800 metros cuadrados rodeada de bosque sirve como set principal. Frente al portón, una roca con la palabra "Kaballah" da la bienvenida. Un puente sobre un espejo de agua conduce a una puerta de doble altura. Adentro destacan escaleras flotantes de vidrio, una gran pecera, esculturas modernas de superhéroes y un globo al estilo pop art de Jeff Koons y ventanales con vistas panorámicas al mar. Es el lugar donde se celebra la fiesta que reúne por primera vez a los personajes de la serie.
En la ficción, la propiedad representa una lujosa vivienda en la zona norte de Buenos Aires, con un entorno urbano recreado por el equipo técnico. Uruguay fue elegido para filmar Amor animal gracias a sus beneficios impositivos y la posibilidad de jornadas de trabajo de hasta 12 horas, condiciones ideales para grandes producciones. La logística local está a cargo de Cimarrón, productora con experiencia en proyectos como Cromañón, La sociedad de la nieve y la versión hollywoodense de El beso de la mujer araña.
El gran protagonista: Franco Masini
Al cruzar la calle, otra casa sirve como base para la producción, con espacios destinados al descanso, maquillaje, vestuario y catering. En el jardín, Franco Masini se sienta en una silla de plástico, con un té en mano para aliviar un resfrío y conversa con LA NACIÓN. El actor, quien en los últimos años trabajó en México y España con ficciones como Rebelde (2022) y Todas las veces que nos enamoramos (2023), vuelve a sus raíces para protagonizar esta nueva producción, donde le da vida a Nico, un personaje cargado de matices y desafíos.
–Después de varios años en el exterior, ¿qué representa para vos volver?
–Estoy muy contento con este proyecto. Amor animal tiene todos los condimentos: una trama muy sólida, un equipo espectacular y personajes que están increíblemente bien desarrollados. La historia es una mezcla muy interesante entre los extremos de dos realidades, el lujo y lo marginal, con la música como puente entre esos mundos. Además, siento que refleja la actualidad, tanto en términos generacionales como culturales, y eso es algo que me atrajo muchísimo.
–¿Qué fue lo que más te atrapó de Nico, tu personaje?
–Nico es un personaje muy complejo. Es un chico que lo tenía todo, pero está completamente vacío por dentro. Atraviesa una depresión profunda y su encuentro con Kaia lo lleva a enfrentar sus propias sombras, sus miedos y su dolor. Me interesó mucho esa dualidad: por un lado, un chico que parece tener todo bajo control, pero que, en realidad, está luchando consigo mismo. Es como un Romeo y Julieta moderno, pero lleno de oscuridad.
–¿Cómo trabajaste en la composición de un personaje tan cargado de conflictos internos?
–Hablé mucho con Paula [Hernández] para entender el arco emocional de Nico. Ella es increíble y desde el inicio fue clave para guiarme en esta construcción. Paula fue fundamental en este proceso. Hablábamos de cómo "apagar la luz" para transmitir esa oscuridad interna sin caer en lo obvio. También trabajé con un coach para explorar su vulnerabilidad, sus silencios y esa especie de neutralidad emocional que lo caracteriza. Nico es alguien que no expresa demasiado y eso me llevó a buscar maneras sutiles de transmitir todo lo que le está pasando por dentro. Además, enfoqué mucho el proceso en vivir el presente. Es algo que Paula y yo discutimos mucho: la importancia de apagar la luz y dejar que el silencio y los gestos hablen por el personaje.
–¿Cuál fue el mayor desafío en la interpretación?
–Sin dudas, su contención emocional. Nico no es un personaje que hable mucho y eso me exigió trabajar en la sutileza de los gestos, en los silencios. Cada escena era un desafío emocional y técnico porque todo debía estar cargado de significado, incluso sin palabras. Fue un desafío enorme, pero también muy enriquecedor como actor.
–¿Qué mensaje te gustaría que el público se lleve al ver esta serie?
–Creo que Amor animal toca temas que son muy relevantes hoy: las diferencias sociales, el impacto de la música como herramienta de resistencia y la importancia de la salud mental. Este último punto es muy central en mi personaje y, en general, en la trama. Me gusta pensar que la serie va a resonar con las experiencias de muchas personas, especialmente por los vínculos entre los personajes, que son muy reales y actuales. Además, la música será un puente muy poderoso para conectar con las nuevas generaciones. Es una serie que tiene todos los condimentos para marcar algo importante.
Los personajes y sus contrastes
Con trenzas, anillos y una campera con capucha, Tatu Glikman, conocida por su trabajo en Entrelazados, espera bajo la carpa destinada a los monitores. Lleva auriculares en el cuello, lista para entrar en acción. Mientras el equipo técnico ajusta detalles, reflexiona sobre Kaia, la cantante de trap en ascenso que interpreta: "Kaia representa todo lo que soy como artista: una mujer que pelea por su lugar, que usa la música como una forma de sobrevivir y de conectar con los demás". Cada canción que interpreta es una extensión de sus emociones, una mezcla de lucha y sueños que atraviesan la trama. "Es un desafío cantar e interpretar al mismo tiempo, pero también es algo que me libera y conecta profundamente con el personaje. Refleja lo que significa salir adelante en un entorno difícil, enfrentando prejuicios y construyendo su identidad a través del arte", dice sin perder de vista cada movimiento a su alrededor.
Santiago Achaga, conocido por sus roles en Buenos Chicos y Entrelazados, interpreta a Santos, un personaje que encarna el exceso y la vulnerabilidad en partes iguales. Con una actitud despreocupada y tatuajes que reflejan su costado impulsivo, Santos se presenta como el líder de su grupo de amigos. "Es alguien que tapa todo con dinero y poder porque lo tuvo todo, pero está muy lastimado por dentro", explica mientras se ajusta la bata que protege los tatuajes de su personaje. Aunque superficial en apariencia, Santos tiene un fuerte sentido de lealtad hacia su "manada", como él llama a sus amigos, a quienes ve como su verdadera familia. "Es 100 por ciento el líder de la manada, pero también haría cualquier cosa por ellos", agrega.
En el área de vestuario, Ramiro García, uno de los actores uruguayos del elenco, aguarda su turno. Mientras tanto, habla sobre Walter, el primo de Kaia, quien esa noche se encuentra en la misión de entregar un "delivery" en la casa de Santos. "Es un tipo que parece tener todo bajo control, pero en realidad está lleno de contradicciones. Su papel como protector y facilitador lo lleva a situaciones límites, algunas buenas y otras no tanto. Tiene esa mezcla de confianza y frustración que lo hace interesante, alguien que empuja los límites pero también guarda sus propias batallas internas", comenta García, cruzando los brazos con un aire reflexivo.
Recién llegado al set, Toto Rovito, conocido por sus participaciones en Cromañón y Blondi, se acomoda en una silla y, con calma, saca de su riñonera papel y tabaco para armar un cigarrillo. La actitud relajada contrasta con la vulnerabilidad de Juampi, su personaje. "Es el más sensible del grupo, siempre intentando encajar, pero sin lograr encontrar su lugar", dice mientras enciende el cigarrillo y observa al equipo en movimiento. Juampi, atrapado entre sus inseguridades y el deseo de pertenecer, comete errores que complican su vida. "Esa búsqueda constante de aceptación lo humaniza y me permite explorar emociones distintas a las mías", agrega antes de exhalar una bocanada de humo.
Cerca de la galería de la casa, Olivia Nuss, destacada por su actuación en Cromañón, ajusta los auriculares de su personaje mientras practica un gesto dramático. "Mika es el pegamento emocional del grupo. Es una DJ que, a pesar de estar rota por dentro, intenta mantener a todos unidos", explica mientras revisa algunas fotos del diseño de su vestuario. Nuss destaca cómo su papel aporta un equilibrio emocional en medio de la tensión constante de la trama. "Es un personaje que entiende a los demás y busca armonía, aunque a veces ella misma esté en conflicto", confiesa con una mirada introspectiva.
Dos universos
La escena clave del día es la llegada de Kaia (Tatu Glikman) y su primo Walter (Ramiro García) a la fiesta de Nico (Franco Masini). Este evento, cargado de tensión y simbolismo, marca el primer cruce entre los protagonistas, estableciendo las bases de la conexión que definirá la trama. "Es un momento crucial porque ambos intuyen que este encuentro cambiará sus vidas. Nico es un chico que lo tenía todo, pero está vacío por dentro. Su arco es enorme: atraviesa una depresión profunda, se enamora y ese amor lo lleva a enfrentarse con realidades completamente ajenas a su mundo", reflexiona Masini.
Desde los monitores, Paula Hernández supervisa cada toma con precisión, consciente de la importancia de los detalles en los primeros capítulos de la serie. La directora de films como El viento que arrasa (2023) y Las siamesas (2020), encargada de marcar las bases narrativas y estéticas de Amor animal, reflexiona: "Es mi primera experiencia en una serie y arrancar con los episodios iniciales me permitió marcar el tono. Este cruce entre los personajes principales no solo define el resto de la trama, sino que establece las tensiones y los contrastes que la sostendrán".
Con el amanecer en el horizonte, la jornada llega a su fin. El rodaje de la gran noche reunió a más de cien personas entre el elenco, el equipo de producción y extras, cuidadosamente lookeados para el evento. "Lo especial de esta serie no son solo las historias, sino cómo las vivimos en el set. Esa experiencia colectiva se refleja en cada escena que filmamos", cierra su protagonista.