La nueva vida de Jaime de Marichalar 30 años después de su boda con la infanta: un negocio en marcha y en un piso que no ha terminado de pagar

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Tres décadas atrás, la infanta Elena, subida en una calesa, saludaba emocionada a toda Sevilla. La capital hispalense se había engalanado para recibir a la primera boda real del último centenario; por lo que, sin duda, era una ocasión histórica. A su lado, con semblante afable y tranquilo; el hombre que se había convertido en su marido, Jaime de Marichalar. 

30 años después de aquel paseo por toda la ciudad que olía a azahar, el perfume es distinto. La fragancia de la alegría y la ilusión; han dejado paso a otra muy diferente, la de la decepción. Y es que, aunque firmaron y se prometieron un amor para toda la vida, lo cierto es que esto no fue posible. A Elena le habría encantado protagonizar una historia tan romántica que fuera contada de generación en generación. Envejecer junto al hombre al que había conocido en París y que le enseñó a disfrutar la moda, pero nada de esto fue posible.

Los últimos años en crisis de Jaime y Elena

Jamás han trascendido los motivos que les llevaron a distanciarse y a decidir tomar caminos separados, protagonizando, en 2007, "un cese temporal de la convivencia" que, de temporal, solo ha tenido el nombre. 

Pero antes de que él se hipotecara y comprara su piso de soltero, la pareja tuvo hijos y hasta hicieron frente a complicadas crisis. Antes de que Jaime de Marichalar sufriera el ictus en 2001, Elena ya pensaba en la separación. Sin embargo, cuando pasó el accidente cerebrovascular de su marido se replanteó todo. A partir de entonces, tal y como ha señalado Pilar Eyre en numerosas ocasiones en Lecturas, el carácter del aristócrata se volvió más huraño y complicado. En ocasiones, cuando era visto con el resto de la familia real, él permanecía al margen, casi apartado.

Las diferencias eran insalvables y, al final, no quedó más remedio que tomar la decisión de separarse. Por ellos y por sus dos hijos, que tampoco se merecían crecer con unos padres que ya no se amaban. 

Una nueva vida en una casa espectacular

Empezó entonces la vida post Borbones de Jaime. Una nueva existencia en la que, a partir de entonces, volaba solo sin la red de seguridad de la familia real. Lo primero que hizo fue comprar una vivienda para sí mismo. Y lo hizo en una de sus zonas preferidas de todo Madrid: el Barrio de Salamanca. 

Tenía clarísimo la ubicación y cuáles eran sus requisitos. No corrió a la hora de comprar y esperó hasta que la opción perfecta no se le apareció ante sus ojos. Y vaya si lo hizo. Jaime se enamoró de un espectacular tríplex ubicado en una de las zonas más caras y cerca de todas sus necesidades. Podía ir caminando al restaurante donde solía quedar con sus amistades, lo mismo que acercarse hasta cualquiera de las tiendas del grupo LVMH del que es asesor. Sin duda, esta casa lo tenía todo. 

¿Su precio? Tres millones de euros. No es ni más ni menos de lo que se pide por una vivienda de estas características en esta zona, así que, finalmente, accedió a pedir una hipoteca para poder adquirirla. 

Para poder hacer frente a este piso de lujo, ubicado en las últimas plantas del edificio y con una espectacular terraza privada que cuenta hasta con su propia piscina, el aristócrata ha estado trabajando como consejero en el mayor grupo de lujo del mundo. 

Excelente relación con sus hijos

Jaime de Marichalar, que en 2004 se vinculó a Loewe, ahora es uno de los imprescindibles de la firma que Christian Dior inició en los años 40; de ahí su presencia siempre esté garantizada en las semanas de la moda de París, a las que acostumbra a acompañarle su hija menor, Victoria Federica. 

La joven ha heredado de su padre el olfato para la moda y cada vez está más vinculada a esta. Para Jaime, que su hija hubiera seguido sus pasos dentro de esta complicada industria habría sido todo un sueño, ya que él está muy orgulloso de su carrera y reconoce que ella, de haber optado por un perfil más discreto, también habría realizado un trabajo fabuloso. Sin embargo, el nombre de Victoria no acostumbra a ir ligado a la discreción. 

De un tiempo a esta parte, la hija de la infanta Elena cada vez adquiere más protagonismo mediático. Actualmente, es concursante de un programa de televisión, 'El Desafío', algo que se aleja de los planes que su padre pensó para ella. 

A pesar de eso, Jaime sigue considerado a su pequeña la gran adalid que heredará todo su oficio y saber hacer el día de mañana. Ambos mantienen una relación de lo más estrecha y se entienden a las mil maravillas. Jamás se ha publicado que Marichalar tenga problemas con las relaciones con sus vástagos, cosa que Elena no puede decir lo mismo. 

Una empresa propia pensada para 'dandys' como él

Y también relacionado con el mundo de la moda y de las creaciones exclusivas versa su último negocio propio. En 2016 anunció que ponía en marcha un proyecto de sastrería a medida, B Corner, junto a otros socios. "Jamás imaginé que iba a tener mi empresa, pero bueno, llevo muchos años en esto y es una forma de aprovecharlos y una oportunidad de poner en práctica todo lo que sé", contó hace unos años a Vanity Fair. 

"Federico y Goyo tenían este proyecto más o menos armado y yo me apunté por razones meramente egoístas: necesitaba un buen sastre, llevaba tiempo buscándolo. Con Goyo empezamos a enredar y a hacer cosas y dijimos: '¿Por qué no hacemos esto a escala más grande? Y en 2016 lanzamos B Corner", comentó en una entrevista con la citada publicación donde, además, respondió a una de las cuestiones que siempre se le ha achado: su elegancia innata y su atrevimiento a la hora de escoger sus looks. "La elegancia no tiene nada que ver con la prenda que llevas, es una actitud", sentenció. Al menos sabe que su hija Victoria esto lo lleva a rajatabla. 

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