Máxima de Holanda deslumbra con un dos piezas de inspiración nupcial y esmeraldas (y homenaje a su hija Alexia incluido)

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Pensábamos que después de darlo todo a nivel estilístico en Estados Unidos, tendríamos una temporada sin sus looks como protagonistas. Pero no. De regreso en Países Bajos, lo ha vuelto a hacer: Máxima de Holanda ha deslumbrado con un dos piezas de inspiración nupcial, elevando el estilismo con esmeraldas del joyero real. Su cita, además, tenía un homenaje a su hija Alexia incluido.

Una combinación, la de blanco y verde, con la que ha triunfado en la localidad holandesa de Delfizjl. Allí bautizaba este viernes dos barcos gemelos de la naviera Royal Wagenborg, uno con su nombre y otro con el nombre de su hija mediana, la princesa Alexia, aunque la reina Máxima ha acudido en solitario a esta cita. Tampoco le ha hecho falta nadie más.

Con su imponente presencia sobraba, especialmente por su look, uno de los mejores de las últimas semanas y probablemente del año. Y eso que por su gira estadounidense ha habido un gran despligue de estilismos, con algunos de los diseños más alabados de su vestidor.

La reina Máxima, llegando al puerto de la localidad. (EFE/Sem van Der Wal)

Máxima de Holanda ha estrenado un dos piezas en color blanco del diseñador Claes Iversen, uno de sus favoritos. Se trata de una creación de inspiración nupcial, como buena parte de la colección que el danés presentó el pasado febrero y de la que la reina, como fiel al modisto que es, tomó buena nota, como hemos podido comprobar con esta elección.

Es un traje con pantalón ligeramente acampanado en el bajo y chaqueta, de un blanco deslumbrante y líneas pulcras. Pero hay un detalle que es la seña de identidad del diseño y que hace que no sea un dos piezas más. Hablamos de un dibujo en el hombro derecho de la blazer, confeccionado con lentejuelas y que hace el efecto de una salpicadura de pintura. Un detalle de color que rompe con la monocromía del conjunto y que Máxima ha aprovechado para combinar con el resto de los complementos.

Así, la argentina ha elegido una cartera en color verde, a juego también con el tocado, el mismo que veíamos hace unos días en Estados Unidos con un vestido de flores. Dice la leyenda que trae mala suerte bautizar un barco con la cabeza descubierta, así que Máxima ha optado por uno tipo calota, bajo el que asomaba un elaborado recogido.

La reina Máxima, en el bautizo del barco con su nombre. (EFE/Sem van der Wal)

Pero si ya el look era casi perfecto, las joyas elegidas lo elevaban aún más. La reina de Países Bajos tiraba de artillería pesada, escogiendo los pendientes y el anillo que pertenecen al parure de esmeraldas propiedas de la familia real. Fue creado a finales del siglo XIX para la reina Guillermina y ha ido pasando de reina en reina hasta nuestros días, convirtiéndose en una de las piezas que más utiliza Máxima.

El conjunto está compuesto por tiara, anillo, pulsera y pendientes, creados con esmeraldas quitadas de la propia tiara y que además, también se montan y desmontan para hacerlos más cortos o más largos, según lo que le apetezca a su propietaria en ese momento.

Y en esta cita tan náutica, Máxima preferñia llevar la versión larga, con una esmeralda más pequeña en el lóbulo y otra más grande en la parte inferior, ambas unidas y rodeadas por pequeños diamantes. Una nota de color que ha hecho de este dos piezas blanco de Máxima un estilismo de 10.

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