'Wicked' me ha emocionado profundamente. Es, al fin, el retorno del musical grandilocuente pero pasado por el filtro de una épica que desafía a la gra
Ayer a las 08:00 AM
Puede ser una obviedad, pero debo empezar esta crítica recalcando y subrayando algo: 'Wicked' es un musical. No solo eso: es un musical que no se avergüenza de su condición y retoma el espíritu de los grandilocuentes montajes de antaño. No tiene ningún interés ni por engañar al público general al que no le guste el género ni por innovar en su concepción porque no lo necesita. Así que sí, efectivamente, si eres de esas personas a las que les da urticaria que los actores se pongan a cantar y bailar, aléjate todo lo que puedas de esta película. Si, por el contrario, se te ponen los pelos de punta cada vez que escuchas "I hope you're happy, I hope you're happy now"ve haciendo cola, porque 'Wicked', por suerte, no defrauda.
Desafiando a la gravedad
'Wicked' fue el musical que hizo que me enamorara de los musicales para siempre y sin remisión. Entré a al Apollo Victoria Theatre hace quince años sin saber qué esperar, pero salí embaucado por unas voces espectaculares, unos personajes que podían volar delante de mis ojos, una historia impactante y fresca, unas coreografías únicas y una burbujeante sensación de descubrimiento. Y por eso, cuando anunciaron que iba a pasar del teatro al cine después de tantos años de rumores, tuve dos sensaciones contradictorias: por un lado, la de la ilusión por ver representado en una pantalla todo aquello que me obsesionaba. Por otro, el miedo a que saliera todo mal y se doblegaran a los intereses de un mal llamado público general. Que, por si no lo habéis notado, tiende a despreciar los musicales.
Por suerte, 'Wicked' no coge rehenes en ningún momento ni trata de agradar a la parte del público que se niega a disfrutar de un musical de ninguna de las maneras. Es más: redobla sus esfuerzos para mostrar una grandiosidad épica a unos niveles que no hemos podido ver en ninguna película del género reciente. Porque no puedes contar la historia de Elphaba y Glinda a medias: tiene que tener una escala gigantesca, salirse de cualquier convención sobre las tendencias actuales y sorprender de manera continua al espectador, incluso al que ya conoce la obra de teatro de memoria.
Para ello, el director, Jon M. Chu (que ya resolvió notablemente 'En un barrio de Nueva York'), no se centra en recrear las coreografías y los trucos visuales del original, sino que utiliza el medio audiovisual para añadir enjundia, humor y espectacularidad a las canciones. Al contrario que otras versiones modernas como 'Matilda' o 'Chicas malas', la función de esta película no es hacer que el público se sienta como en un teatro, sino adaptar la experiencia a la narrativa del cine. El resultado es, en su mayor parte, glorioso. Canciones como 'Defying Gravity', 'The wizard and I' o 'Dancing through life' se benefician enormemente de esta reinvención de la obra original y consiguen que sintamos lo imposible: la misma fascinación por 'Wicked' que la primera vez que la vimos.
Mira que eres Glinda, qué bonita eres
En lo personal -y puede que solo sea un apunte tiquismiquis- creo que el mayor error de la cinta radica en querer alargar las canciones de manera artificial, con nuevos diálogos y situaciones que cortan el ritmo de temas que no se benefician de las pausas, como 'Popular' o la propia 'Defying Gravity'. Es comprensible que, al dotar de una nueva perspectiva audiovisual a 'Wicked', precisen de más aclaraciones y partes habladas, pero al final suponen un pequeño borrón en lo que, por otro lado, es un rotundo triunfo.
Se echa un poco de menos, eso sí, que, puestos a añadir trasfondo, la película no solo profundice en la relación entre las dos amigas, sino también en el entramado sociopolítico de Oz, donde podría haber echado mano de la novela original de Gregory Maguire. Por suerte, esto no significa que 'Wicked' no se atreva, también en su versión cinematográfica, a mostrar la cara B de 'El mago de Oz' y dar una perspectiva mucho más siniestra de la novela original de L. Frank Baum, aunque esta vaya intercalada entre alegres números musicales. Al fin y al cabo, no hay que llamarse a engaño ni dejar que los árboles tapen el bosque: aunque tenga un tono de comedia constante, este es, el fondo, un drama sobre la auto-aceptación, la rebeldía contra la autoridad, la decepción y la culpa muy alejado de Toto y Dorothy (que tienen su cameo aquí, por supuesto).
Había un runrún constante sobre la participación de Ariana Grande en el musical. Al fin y al cabo, la cantante nunca había tenido un papel de esta magnitud, más allá de su prominente carrera artística (que le ha valido, entre otros, dos Grammy), pero consigue encapsular a la perfección el tono naíf de su personaje y su armonía musical, sorprendiendo a propios y extraños con una caracterización perfecta: en cuestión de segundos deja de ser la estrella del pop para convertirse en Glinda la Buena. Por su parte, Cynthia Erivo no se queda atrás, mostrando su poderío vocal y deslumbrando en temas como 'I'm not that girl' o, por supuesto, 'Defying Gravity'. Ambas son perfectas, resultan vibrantes y saben dar un toque único a dos papeles que, conscientemente, saben que serán analizados con lupa por los fans alrededor del mundo.
Acostumbrados como estamos -tristemente- a un estilo visual en los blockbusters que trata de ser único pero también llegar a todos los espectros demográficos, es refrescante ver que aquí han decidido ir por su cuenta: colores palpitantes, curvas y formas llamativas, vestidos exagerados, diseños atrevidos y efectos visuales que no se avergüenzan de explotar la épica CGI más despampanante y eficiente. Porque 'Wicked' es una rara avis, un musical que retoma la grandeza de los grandes clásicos del género pero llevándolo a su terreno, reformula 'El mago de Oz' sin faltarle al respeto, mete en tu cabeza una banda sonora que dista mucho de estar anquilosada y redescubre a todos, novatos o expertos en el original, la magia de desafiar la gravedad.
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